Avivando la llama by T. Lobsang Rampa

Avivando la llama by T. Lobsang Rampa

autor:T. Lobsang Rampa
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Espiritualidad
publicado: 1970-08-09T22:00:00+00:00


Por experiencia propia reciente cada vez me convenzo más que los médicos de Occidente son unos bandidos empeñados sólo en hacer dinero. Lo que yo he sufrido ha sido francamente deplorable; pero ahora no estamos hablando de mí sino de los homosexuales.

Si una lesbiana (mujer) o un homosexual (varón) llega a encontrar un médico que se interese, podría recibir una medicación hormonal adecuada que mejore enormemente su estado, lo cual haría más llevadera su vida, pero desgraciadamente, con los galenos de nuestros días, que pareciera que piensan nada más que en hacerse ricos, hay que buscar mucho para dar con un buen médico. Pero no tiene sentido condenar al homosexual, no es suya la culpa. Son gente muy desgraciada por la obvia confusión en que viven, no alcanzan a comprender qué les sucede, saben que inspiran desprecio, pero no pueden evitar que ello ocurra ni entender por qué ocurre, aunque después de todo, sólo obedecen al impulso más poderoso que conoce el hombre, el de la reproducción.

Los psicólogos, atrofiadores del cerebro, no auxilian en realidad mayormente porque tardan años para hacer lo que el individuo medio haría en pocos días. Si se explica claramente al homosexual que padece de un desequilibrio glandular, podrá por lo general halancearlo. De cualquier modo, las leyes están siendo modificadas para abordar tales casos en vez de someterlos a una persecución tan implacable y hasta a prisión por lo que verdaderamente es una enfermedad.

Existen diversas maneras de ayudarlos. La primera residiría en que una persona muy entendida y bastante mayor, con una profunda simpatía por el enfermo le explicara exactamente qué es lo que le sucede. La segunda sería como la primera, pero con el agregado de que se le suministrara algún medicamento para reprimir el impulso sexual. La tercera, nuevamente que recibiera una explicación clara de lo que le ocurre y que un médico capacitado le indicara inyecciones de hormonas o testosterona que pudieran facultar al organismo definitivamente en un equilibrio sexual.

Pero lo que jamás debe ocurrir es condenar al homosexual, ya que no es culpa suya y está recibiendo un castigo por algo que él no ha hecho, que es obra de la naturaleza, quizá su madre ha ingerido alimento que no era conveniente o quizá ella y su hijo eran químicamente incompatibles. No obstante, desde cualquier aspecto que se considere, el homosexual sólo puede ser ayudado mediante verdadera comprensión y simpatía y posiblemente la prudente administración de un remedio.

Veo aquí una pregunta que, en realidad, ya he contestado anteriormente. Y es: "¿De dónde pudo haber surgido la idea errónea de que los ocultistas no pueden cobrar por sus servicios?" Es preferible, quizá, que la repita: "¿De dónde pudo haber surgido la idea errónea de que los ocultistas no pueden cobrar por sus servicios?"

La respuesta no es muy difícil. En el Lejano Oriente la mayoría de la gente era desesperadamente pobre, no tenía aparatos de televisión ni coche ni aviones particulares ni propiedad horizontal. Escasamente a veces podía alimentarse y poseía alguna ropa. En algunos casos, ni llegaban a conocer el dinero durante todo el trascurso de su vida.



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